Editorial Luz para La Caya, Periódico HOY/10/5/1993.

La Caya es una meritoria comunidad del municipio de Laguna Salada, en la provincia Valverde, que trabaja silenciosamente por su desarrollo.

Fuera de su entorno es poco conocida en el territorio nacional, porque allí no ha surgido un brujo o curandero, o no se han cometidos crímenes aberrantes, ni sen han realizado huelgas y protestas de relieve.

Y es que las aspiraciones de esa comunidad-expresadas con la paciencia de Job durante los últimos 20 años-sus aspiraciones materiales, repetimos, se limitan a una sola cosa. Aque se le dote de luz eléctrica.

En los archivos de la Corporación Dominicana de Electricidad, si es que se conservan estas solicitudes, ha de haber más de 20 peticiones de La Caya para que se instale la luz eléctrica, con igual número de promesas de parte de la administración de esa empresa en las dos últimas décadas.

A quienes han seguido, durante años, la lucha de La Caya por su luz eléctrica, le deben enternecer los argumentos que sus representativos esgrimen para tener derecho a ese servicio vital, como si no fueran dominicanos, que por el sólo hecho de serlo, tienen derecho a este bien.

En cada comunicación pública, en cada petición al gobierno, en cada imploración por su servicio de luz, la gente de La Caya, dice que su comunidad dispone de una escuela primaria, de un liceo secundario, clínica rural, acueducto, teléfono y una pequeña presa para impulsar su desarrollo agrícola.

Dice que las líneas matrices de la energía de la Corporación Dominicana de Electricidad pasan a escasos kilómetros de su pueblo, por lo cual sería muy fácil conectarlas.

Afirma que los tres últimos Gobiernos que ha tenido el país les ha prometido el servicio de luz eléctrica, promesas que siempre han quedado en el olvido. Es enternecedor-y no deja de ser frustrante-la forma en que los moradores de La Caya solicitan este servicio, que es vital para impulsar su desarrollo.

El administrador de la Corporación Dominicana de Electricidad, ingeniero Marco Subero, haría bien en ordenar la realización de estos trabajos, no sólo porque La Caya lo necesita y lo merece, sino como un premio a su abnegación, a su paciencia y a su sentido de espera...durante muchas décadas.

La CDE, lo sabemos, está generando ahora electricidad suficiente como para que abarque La Caya.

Hay que reconocer como es de justicia, las grandes y necesarias obras que el Gobierno central y sus organismos descentralizados construyen a todo lo largo y ancho del país.

Pero, a la par de esas obras, hay que pedir atención a la luz eléctrica, el camino vecinal, el arreglo del canal de riego, a la falta de pupitres, a las camas que necesita un centro de salud, tambien a todo lo largo y ancho del país.

Estas necesidades, desde su majestad de un despacho público de la capital, pudieran ser nimiedades, pero son vitales para las pequeñas comunidades dominicanas.

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